José Ángel Pineda

Bosque de los sueños

El bosque de los sueños

que ama la gloria de tu vientre,

que sostiene la miel de tus encantos,

la añoranza, en el sereno, en el gozo,

en los despiertos cuerpos erguidos

de los árboles inquietos, penetrantes

con madera viva luminosa de la furia,

entre las sombras que cobijan mis labios,

y que muerden los tuyos, que se inquieta la noche,

que se mueren, que se aman, en el verdor

del suelo, confidente pecado.

Es cada sueño, cada lugar, cada rincón

que uno se pierde, por perderse,

besando el bosque, por besarlo,

mirando el bosque, por mirarlo

mirando la frondosidad majestuosa

y sensitiva de la noche, que palpa suave

el tupido bosque de los sueños,

y entonces culmina la crueldad, y el roce

grosero y la tortura del bosque de los sueños

acaba en las dulces y misteriosas brisas.