Quedó sin pétalos la rosa
—ofrecida en bandeja de plata
a mis instintos—
Miré el cielo y llovieron
espinas. Heridas abiertas
compiten con la flor, serpentean
hilillos de vida.
Murió el canal transmisor
carcelero sin llave maestra,
marchó el caballero a la guerra.
Carnes que fueron de fiesta
palidecieron, presionadas por cintos.
Mi boca, reseca por la ausencia
ya no tiene brocal, ni sabe
aguardar otra primavera.
Bebí del agua salobre
Y ahora
mendigo en la arena
un manantial donde empapar
la lengua.