Su pensamiento navega
y esfuma entre el vapor.
Mesa gastada,
hecha de tiempo y manos.
Sentada
en silla de madera nativa.
Bebe una taza con hierbas.
Sus hijos,
como pájaros,
arrebatados de su nido.
Sumida en la ausencia,
y aroma silvestre.
Imagina,
agita las alas,
en un vuelo incierto
la tormenta, desarticula,
un encuentro o un rito
de despedida.
Su rostro hecho de miel y surcos,
agrietado y doloroso,
muerde un pan tostado.
Palabras de amor pendientes
giran.
El silencio se aferra a sus huesos,
una oración, un hilo que une,
desde su vida que termina,
hasta el regreso de la vida que espera.
Parece encontrarse
lugar equivocado,
como una flor silvestre,
o un pájaro libre.
Los habitantes de la ciudad,
sin espacio de amor.
La flor de manzanilla,
desprende su aroma…
Preguntas vuelan del nido,
amarradas a la incertidumbre,
amarradas a un amor de mujer,
amarradas a una espera incierta.