La anestesia resulta hoy evidente
porque no hay amenaza que contenga,
ni corazón ni hambre que se abstenga
ni por pura razón ni por la gente.
Ni amenaza mayor de lo que advenga
ni las sombras terribles en la mente
detienen la desgracia... es inminente.
El océano muere, ¿en qué devenga?
Esta carta me juego, humanidad,
porque el lecho de extraña lengua calla,
porque crece en su vientre este silencio
con su mutismo que en mi alma encalla
que sin duda es la muerte que presencio,
la culpa está boyando en su ruindad.