miguelangel2889

LA ROSA QUE POSA SOBRE MI CABEZA

 

 

Señor, os ruego que alejéis de mí esos pensamientos, esos sentimientos de los que hablo el florentino, como la hermosa rosa que posa sobre mi cabeza, que se vuelve la hermosa piedra que observo en el camino.

 

Y, ¿Es así, en verdad? Me preguntó: si el corazón hubiera abierto sus puertas, dejando pasar la flor amorosa vieja y antigua, el pensamiento dulce que pinta el poema.

 

¡No me importa que me niegues tus dulces brazos, que gritan a gritos que me los comieran a besos; en el amor infinito soñar nunca es tarde, oh! ¡Dios mío! Gracias por este pensamiento.

 

En medio de la sombra y la distancia, tiene el jardín de rosas difuntas, como si fuera una cariñosa hermana; a flor de soledad en sus manos juntas.

 

Será un abrazo salvaje, soñoliento y mudo; que junte nuestras vidas como si fuera verdadero, celebrando por voluntad divina como si fuera una sola carne, acudiendo eternamente a nuestro hermoso encuentro.

 

Pero ¿Quién es motivo de este llamado encuentro que acude a la cita como quien súplica y estalla, mujer impenetrable que desde el corazón por dentro; todo lo sabe, todo lo escucha, observa y calla?