omu

para el fruto de mi semilla

Apoye mi frente sobre su frente,
puse en su espalda mi palma
y con un amor henchido de ganas
a mi querido hijo le argumente.


A la vida se le añaden alegrías y penas,
algunas de las cuales, aparecen y marchan.
Pero también las hay, que nos zarandean,
y poseyendonos, por siempre embargan.


La vida esta compuesta de retales,
unos pasan y sin pegarse se alejan,
impregnando la esencia de detalles.
Mientras otros, acomodandose quedan
sellados, como importantes mensajes.


Si un legado, para ti, hijo, escogiese,
sin dudarlo, por el peso de su valía,
fundamentado, ciertamente sería;
consigue, halla la paz en tu vida,
ten y acoge al respeto benevolente.


Hijo mio!
ser deseado,
querido
y bien amado.
Alejate de las cargas ancladas
en vagos o vanos criterios,
no te estanques
en la opulencia de ningun imperio.
Procurale a tu interior
principios, serán salud,
la disciplina te dara valor
y positivos remedios.
Adereza con sentido

y sabiduría la ensalada.


A ti te digo; sangre de mi sangre,
corriente de tus ancestros.
Cree y confía en un único dios,

el del amor,
éste, es creatividad,
es padre celestial,
hermano y tutor,
confesada verdad,
pura, sincera.
Albañil capaz,

de con un pellizco de noche
llenar la paleta de colores,
alumbrarnos,darnos la tierra
y pintar en el cielo,
la justa medida de un universo.


Pequeño; ya eres casi mayor.
Compulsa con la nobleza tus actos,
tanto, como tus pensamientos.
No permitas tomen asilo en ti
el egoísmo, las mentiras y las farsas.


Hijo, no desdeñes el trabajo en la fragua,
es ese el lugar, donde el sudor reconvierte,
donde se funde el futuro con el presente,
y se hacen reales los sueños; fluyen siendo agua.

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Hijo; son ya dieciocho
y eres el hombre al que le hablo.
Existe una ley ineludible,
inquebrantable,
prevista en toda vida,
tu crecer es mi envejecer.
A tu piel de ángel
le salió ya barba.
Hijo; te garantizo
que tu fortaleza aumentara
a la par,
de la caída de mis cabellos,
de mi física debilidad.
Aunque no lo quiera,
mis huesos y músculos
disminuirán acobardándose.
Se encorvara mi espalda,
flaqueando, se haran enjutas mis piernas.
Todo lo existente se transforma
(tu existes, yo existo),
todo dispone de un nacer y crecer
y al final de un nuevo principio; morir,
morir, después de marchitarnos.
Es la llamada del cambio
y como una madre ama a su hijo
está transformación, nos quiere a nosotros,
cuidara de todo,
nos alimentara con la evolución
y perpetuara en cada uno
el infinito existencial del ser.