Ayer te volví a encontrar sentada en mi cama con la sonrisa latiéndote en la cara.
Luego me restregué los ojos y ya no estabas.
Malditas manos, pensé.
Malditos pensamientos que te traen a este espacio vacío tan lleno de tu ausencia nítida.
La gente me dice que te olvide.
Que ya vendrá algo mejor.
Supongo que lo dicen porque no se animan a pensar que también están rotos por alguien.
Te fuiste, pero como dice Gabriel, ya no estás dónde estabas, estás dónde estoy.
Y te extraño un mundo.