Pasan los días sin apuros
inéditos e inexplicables
sin poder saltar el muro
más alto e intratable.
El futuro es reprochable,
inesperado para el ingenuo
fortuito para los genios
que se rebelan sin sentido,
más allá de lo permitido,
del oscuro presentimiento
que invade el pensamiento
y produce gran desvelo
en los que no se corren el velo.
El día se hace largo y tendido
como un río sinuoso sin final
sin saber que llega al destino,
otro río un afluente o al mar
y allí desaparece indistinto;
ya no suenan trompetas predecibles
en el horizonte despejado
el futuro incierto no ha llegado
y ya tiembla el sueño insensible
de los que abrieron las fronteras
del miedo y del engaño insospechado;
ya no izan las banderas
del pueblo sediento y abandonado.