El organismo lo vomita
amarillo en sintonía
con los días que tuvimos
para hacer del tiempo un sueño
que se pierde entre cortinas.
No hay razón para seguir
con este suicidio
ni para que sonría mi niño
siempre que exista algún drogadicto
en la esquina del mundo
proclamándose el loco
consumado en desdichas
que le inflan de pólenes
el vicio peor.
Los que llegan escogen
de entre todos un cofre
y el que tenga a este socio
se va a quedar pobre.
Cómo puede el dolor
crear canciones entonces
que florecen exóticas
en las bocas de jóvenes.
Roca del dios que me hizo
se repartan mis séquitos.