Se puede volver a aprender:
Te hablé de mil formas.
Una a una fueron aromas.
Pinceladas de te quieros unilaterales y sinceros.
Los tiraste al fango de los que me importa.
Fuiste más verdugo que amante.
Diste más golpes bajos que caricias a la altura del cielo en el que enarbolan las estrellas.
Entonces comprendí, bajo esta lluvia de la noche tenue.
Que la gente solo da lo que la gente tiene.
Y vos en el absoluto de todo das a entender que no tenes ni amor a tu persona, y ese tipo de gentes regularmente suelen ser bombas.
Entonces hago réquiem por toda la farsa que me invente, que me idealice por obra y gracia de un arte absurdo.
Pluralice el sentimiento en ambos sentidos y en realidad todo se conceptualizaba en uno, en el mío.
Entonces hago una ofrenda a mi inocencia pasada.
La he matado en la absurdidad de mis antiguas creencias vagas.
Y quizá mucho me queda por yo aprender.
Y quizá muchas más decepciones de las que he de tratar evitar, pero, de igual forma, como humanos atados, al cabo, una tiene que pasar.
Pero en fin, quién una vez fuí, imposible, ya no puedo continuar.
Hago réquiem y una ofrenda por la inocencia estúpida que una vez tuve.
Entender siempre que se tiene que perder es en ocasiones, para de una vez crecer y no caer en el tedio de ser siempre el mismo/a.
El mundo no tiene todo el camino pavimentado.
Es por innato el hecho qué,
hay huecos en los que uno tiene que caer.
Se aprende que todo lo que no se solía tener aprendido,
Se aprende,
Al fin de cuentas que...
La comida para los perros en definitiva no deben de ser manjares.