Milagros Rios

Ávida parsimonia

Me hallo sitibundo

de aquella predilección refrescante,

risueña energía que atrae

y despierta en cualquier sujeto

que se atreva a mirarle.

 

Toca resignarme a contemplarla unos minutos al día

y andar campante como si eso bastara

para mantener la llama viva.

 

Inquietud latente por manifestar

más que mi disfraz elaborado.

 

Fingir que somos circunspectos

está bien por el momento, pues

sin comentar palabra alguna

cuatro paredes sostienen miradas

que a lo lejos entresacan

lo que dos almas ávidas callan.

 

Un amor vedado

o políticamente incorrecto.

Por ella pondría mi moral en juego.

 

Ya cansado de ser un tipo bien portado, 

 me escapo a mi utopía,

lugar donde cesa mi sed y  finalmente puedo

llamarla mía.