Gustavo Leni

HADA

Anduve por caminos completamente desconocidos.

Y anduve solo. Fui noche lenta y madrugada  apurada.

Estuve entre el cielo y la tierra, entre el árbol y el agua

y me convertí en silencio solitario de animal que huye.

Descubrí que la tristeza es aire que flota en la nada.

 

Corté las riendas y fui un potro salvaje disparado,

el viento me rozaba apenas y se marchaba

como se marchan los besos de la boca que no sabe aprisionarlos;

como se escapan las alegrías del hombre por los poros de su alma;

como huyen de los ojos las lágrimas por un dolor inesperado.

 

Subí por tierras colmadas de rocas insensibles

y mis pies buscaban una senda suave para caminar

pero la obscuridad cumplía con su trabajo desorientador

y mis ojos perdían la mirada por no cerrarse y llorar

y en mi boca multiplicábase el silencio quieto y desolador.

 

Anduve y anduve y todos los caminos se me hacían extraños.

Se me alejaba el horizonte aunque yo guiaba hacia él mis pasos.

Salí a buscar algo sin saber qué buscaba ni dónde buscarlo.

Y encontré lo que no buscaba y permanecí desorientado.

El afán de mi búsqueda cayó en letargo y perdí el rastro.

 

Hasta que el otoño entró en mi vida con forma de hada

y las tardes de Abril se quedaron para siempre imantadas a mi alma;

un sendero apareció ante mis ojos y anduve acariciando las pisadas,

todo iba quedando grabado en mí como un signo perpetuo;

entendí que había encontrado al fin lo que tanto buscaba.