Cuántas cosas nos callamos
cuántas cosas no decimos
que en el alma la escondimos
y por años arrastramos.
Cuántas más quizás fingimos,
por prudencia o conveniencia;
cuántas más por la apariencia
proveímos la disculpa
y quizá, quedó esa culpa,
que te agobia la conciencia.
Cuántas cosas toleramos
por los miedos inducidos
o por sueños que prohibidos
a la vera los dejamos.
Cuántas cosas lamentamos
cuando el tiempo deja grietas
y en los versos de poetas
aparecen, cual reflejos,
los dolores que ya viejos
punzan como las saetas.
Cuántas cosas, cuántas cosas
se han quedado en los tinteros
o escondidas en ficheros
de conciencias pudorosas
o quizá, muy deshonrosas,
que se fueron a las tumbas
con folclores de las zumbas
donde yacen sepultadas
las historias despiadadas
bajo eternas catacumbas.
Cuántas cosas, cuántas cosas…