Si no reviento por la presión constante
estaré cuerdo, del todo sano;
brillaré al margen de lo que entraña
esta vida que llevo
al azar por senderos,
a través de la niebla del entendimiento
entre la lucha de egos
prisioneros de un juego perverso.
Sigo insistiendo en domar sentimientos
en mis lienzos de veras:
ya probé de esos sueños las cadenas
y pienso que no estoy tan lejos
de la más pura miseria
cuando nada me llena
de estrellas la noche
muerta que espera simplemente algún beso
que se note en la médula.
Para dar de paso una cápsula
desenfoco todo el local,
mi mente extraña recipientes de cerámica
y desmiento que sea una fábula
lo que acontece entre los astros
cada día que yo salgo
a ver la vida qué nos trae,
de tu abrazo tan nostálgico
que vuelvo a caer a veces
hasta el plástico
vomitándolo hasta hartar.
Estoy tan bien en la estacada
viendo los trenes al pasar por mi lado
despacio casi hasta rozar:
bendigo esta paz que me solaza
por la noche entre las sábanas,
olvidando a los demás, lo que tramen,
circunstancias que me son certeras
a invocar los desastres que hice.
Sin beber de la impaciencia
de esas huestes que se entrenan
ahora sé lo que me quema
entre tanto desconsuelo
y tiro fuerte de mis férreas cadenas
con un mismo sueño
desde que inocente un niño era
con sus dientes aún cayendo
por el peso de la tierra
a que nos echan los recuerdos
de épocas concretas
absolutamente ebrios
al acecho de más víctimas
mientras las puertas ya se cierran.