La distancia hace que me enamore del tiempo,
la vagancia en la imagen de su rostro,
hace ver qué realmente no la conozco.
El contar de las horas maldicen su nombre,
y el caer de la noche trae la soledad
de aquella gran historia que nunca se consagró.
Ahora, el vacío que siente la oscuridad
duda siquiera de la existencia de una estrella.
En la noche, la luna devuelve su nombre.
En la habitación, pienso si debo ahogarme
en el vacío que inunda la sensación de estar solo,
pues solo la veo en un recuerdo, que puede no ser cierto.
A veces suena la tristeza de no verla al caer el sol,
espero, pero me enamoro más de la espera que de ella.
Tengo miedo de en un futuro mirarla y sucumbir
a la idea de seguir amando a alguien que no está aquí.