Besarte los huesos de la calma,
donde las llamas se dispersan
en gritos, que se escuchan en versos
diversos, ecos, ecos, ecos, ecos…
chocando en el pensamiento de las rocas,
Perdiendo sin uniones, las sonrisas
del fracaso.
Desaparecen las prisas
como lúgubres fantasmas
por el hambre...
Abunda la miseria, abunda
el llanto…
Más no los puedo ver....
me quedé mudo en el desierto
Y me quedé viendo como pasa el concierto,
el concierto uniformado.
Espero, sólo espero…
que se encienda el misterio...
El secreto de tu piel,
está en los dedos de mis ojos,
que escuchan lo susurros
en los espacios donde yacen los muertos
ofrecidos, y ofertados en la corona
de los labios del deseo.