De los sueños de antaño, que en el alma guardaba,
se escaparon un día, ya cansados de amar;
y se fueron silentes, sin siquiera esperar
el aliento de vida, que su anhelo esperaba.
La quimera grandiosa, que en mi ser palpitaba,
decidió de repente su destino cambiar;
y agitando sus alas, sin gemir ni rogar,
se llevó con su vuelo la pasión que albergaba.
¡Y cruzando los mares misteriosos de olvido
al dolor y la pena a sabido vencer;
y en mi pecho, que otrora se encontrara su nido,
se borraron las huellas del delirio de ayer;
que soñando despierto, de ilusión encendido,
te ofreció con locura el más bello querer!
Autor: Aníbal Rodríguez.