Un recuerdo,
¿Qué es un recuerdo?
Recuerdo,
recuerdo el dolor en mi pecho y recuerdo cuando saliste por la puerta.
Recuerdo,
recuerdo las canciones que hicimos,
tan imperfectas, pero perfectas para nosotros.
Recuerdo,
recuerdo la primera vez que tomaste tímidamente mi mano,
el contacto de nuestra piel, cálido como brisa de verano.
Pero toda estación tiene su fin,
recuerdo cuando llegó el nuestro.
El otoño nos marchitó y el invierno nos congeló,
no, me congeló tu recuerdo, no, me congela.
Recuerdo,
¿Qué es esa tecla que lleva al presente?
A mi presente, a mi mente,
este ente enfrente mío repite insistentemente,
que no fui perfecta, que no fui suficiente.
El impulso no me deja conectar al presente,
y me pierdo nuevamente en lo que pudimos ser, pero no fuimos.
Recuerdo,
ese día,
decidimos ser como la tormenta de Santa Rosa,
cuando yo anhelaba quedarme en ese verano,
en ese beso, en ese abrazo, en las canciones,
en el esmalte negro de tus uñas, en mi gorro rojo,
en tu guitarra y en tu aroma a café amargo, en nosotros.
Y el recuerdo termina, al igual que el invierno,
el frío invierno que nos lastimó,
que me lastimó, que te lastimó,
no, no te lastimó el invierno, te lastimé yo.
Pero ya es tarde,
y aunque intento plasmar mis sentimientos en una metáfora,
esperando tu perdón, lo nuestro se acabó.
Recuerdo,
el comienzo de verano, pero este era diferente,
ya no sentía nuestros colores,
ya no sentía tu aroma a café amargo,
ya no llegaban tus mensajes de buenos días o buenas noches.
Ya no me cantabas cuando no podía dormir,
y dejé de escuchar los acordes de tu guitarra.
Me perdí en nuestras canciones, en nuestros besos,
en nuestros recuerdos,
recuerdos.
Como cuando hicimos nuestro un diluvio,
corriendo hasta encontrar un refugio,
y admirar cómo las gotas caían de tu pelo,
y por un instante lo sentimos nuestro,
nuestra lluvia, nuestro momento,
nuestras risas, nuestros besos, tus besos,
tu recuerdo.
Tu recuerdo que me lastima y me aprieta,
me sofoca como un fuego intenso,
pero un fuego frío que me hace sentir chiquita,
tan chiquita que quiero volver a tener 5 años,
cuando cada vez que me caía y me raspaba las rodillas,
aparecía mi mamá y con decir las palabras \"sana, sana\",
todo pasaba, todo se curaba.
Ojalá tu recuerdo sanara,
y me dejara con esas dos simples palabras,
que se sienten eternas, infinitas,
casi imposibles de pronunciar por miedo a olvidar,
a olvidarte, a olvidar tu recuerdo.
Recuerdo,
el verano es tu recuerdo, nuestro recuerdo,
porque en eso nos convertimos,
y eso seremos
recuerdos.