Tranquilo corazón, no esperes nada,
tranquilo que pronto perecerá este arrebato,
no juegues a latir tan fuerte,
pero tampoco dejes de hacerlo.
Evítame perderte,
evítame que éstas lágrimas rueden por mi rostro
señalando un adiós sin retorno;
evítame perderte,
porque no alcanzaría a recuperarme de tu abandono.
Tranquilo corazón,
entendí que la vida recorre todo cuanto el destino
retrató en la visión lejana del futuro.
Como si el amor no fuera suficiente,
te empeñas en sentirte triste;
lástima que no pude brindarte libertad,
sentí pánico a quedarme sola,
pues te hice esclavo de mis aflicciones.
¿Qué pesado se te hizo llevar esta sentencia?
Tú y yo sabemos que las puñaladas de amor,
son secretos escondidos,
oscuros secretos que sin buscarlos aparecieron.
Autor: Quituisaca Samaniego Lilia