Que tienen los ojos míos
colocados en una enorme ventana
creciente en el horizonte,
en un mar
que refleja lo intenso
de un cantar
y en las noches de una luna
que mira a otra luna, que despierta
a un silencio de blanca
escrito en un atril
que cuelga de un pentagrama,
y un solo de pájaro, ilumina mis días.
Las contemplo al atardecer,
y las ganas asoman una hendija.