Lourdes Aguilar

HIJO DEL OCÉANO II

-Las botellas están bien acomodadas en un estante en su choza, las hay de diversas formas, todas con una capacidad aproximada de medio litro, hay algunas muy extrañas, tienen formas ovoides, de tetraedros, otras retorcidas, parecen ser de algún tipo de cristal, aunque ella dice que son de una piedra especial, rebajada y torneada, pero ni pensar siquiera en sacarlas de la choza, ella no está dispuesta a soltar ninguna para que pueda ser analizada a fondo, con respecto a las notas no sé a qué se refiere, cierto es que a veces se le oye el tocarlas y el sonido es curioso, semejante a las cuerdas de un arpa, reconozco, según ella está estudiando diferentes notas y cuando esté lista se producirá un sortilegio, no sabe exactamente de qué tipo pero ese día volverán a estar juntos. Cuentan que cuando la veían llegar con una de esas botellas en la mano y su amplia sonrisa todos sabían que ese día saldría a montar olas, sus arrebatos de energía eran esperados con ansia por los surfistas cada quince días, cada tres semanas o cada mes, dependiendo del arribo de las botellas, se corría la voz rápidamente y cuando ella entraba al mar ya habían decenas de tablas esperándola, ésas competencias improvisadas eran todo un espectáculo, quienes conocieron a Aukai no podían creer que ella pudiera desenvolverse con una destreza parecida a la suya, era como si el espíritu del desaparecido la acompañara y guiara todo el día porque su energía no se agotaba hasta ya entrada la noche, cuando ya nadie permanecía mar adentro, entonces los guardavidas trataban de sacarla pero no podían, se les escurría fácilmente entre las enormes olas, no supimos cómo lograba salir ilesa, pero lo hacía y se alejaba sin hacerle caso a nadie, se metía a su choza y dormía hasta tres días seguidos para  no salir hasta el próximo atardecer; familiares de Aukai le llevaban alimentos a veces y se quedaban a escucharla contar historias descabelladas, a veces algún chiquillo hacía preguntas ridículas pero Hilda no se enojaba, al contrario, le causaban gracia y continuaba sus relatos hasta que parecía concentrarse en algo y enmudecía prolongadamente.

“Si me pusiera a contarte todo lo que me escribe no podría terminar, el mar el tan infinito como el cielo, con sus islas y sus abismos, con sus misteriosas criaturas, territorios inexplorados coloreados en tonos nunca antes admirados, ciudades desconocidas donde hay gente viviendo en paz…¿peces? Oh, qué gracioso, no, sus habitantes no son grandes peces enfundados en trajes plateados, son personas como tú o como yo pero habituados a las profundidades y con capacidades diferentes, pero de ninguna manera mutaciones de delfines ni sirenas o tritones, ésos son otro tipo de seres, te digo que si me pusiera a describirte todas las maravillas de los siete mares no terminaría, no terminaría de enumerar las diferentes clases de sirenas existentes por que son tantas… las hay por ejemplo son oscuras, lisas y calvas, robustas vigorosas, otras tienen los ojos rasgados y unas escamas tan finitas y blancas que brillan como diamantes y cuando nadan son difíciles de ver, se confunden con el reflejo del sol o de la luna según la hora,, las del ecuador tienen las escamas más oscuras y el pelo negrísimo y largo ¿qué? No, claro que no cantan rap, no practican tai chi ni bailan cumbia ¡qué gracioso! cantan siguiendo el ritmo de las mareas, su voz es una brisa, describen su vida cotidiana, sus peligros, sus sueños, su esperanza... ¿malas? No, no las hay, a veces cantan con voluptuosidad, acarician el oído con promesas eróticas, conocen el timbre correcto para excitar a los hombres  y por eso los marineros pierden la vida al tratar de alcanzarlas, pero no son malas, para ellas es una travesura ¿qué culpa tienen de ser tan encantadoras?”

-Vivía en otro mundo, en el que describían las cartas si es que realmente mencionaban algo de lo que ella dice, siempre en su choza, contando a quien quisiera oírla aventuras en el mar, de aparecidos, criaturas fantásticas, ciudades submarinas y al atardecer la misma rutina de permanecer en los acantilados mirando las estrellas y la plateada estela de la luna hasta la madrugada, cualquier otra en su posición hubiera regresado a la ciudad y con su gente, es cierto que nadie más que tú ha venido, pero es inútil, no se irá, la búsqueda de Aukai se ha detenido desde hace mucho  y nadie se interesa en reanudarla, bueno, al menos Hilda no sufre de incertidumbre ni de desesperación ¿seguro de que no hay antecedentes de locura en su familia?

“No, a él, ya te dije que lo esperaré aquí, yo ya no tengo más familia que la suya y tú, desde luego que has sido tan gentil de venir ¿te has aburrido acaso? Puedes volver en cualquier momento, pero yo no podría vivir sin lejos de éste que es mi hogar y a la espera de las cartas de Aukai, sin ésta choza impregnada de su aroma, de nuestras risas, de nuestra pasión, yo debo recibirlo despierta y alegre cuando regrese, cuando termine ésta etapa, No, ya te dije que no está muerto, él no se puede ahogar ni ser agredido por feroces tiburones ni peces venenosos, Aukai es hijo del océano, no es parte de ningún ecosistema, él se rige por otras leyes ¿cómo describirlo? Es un espíritu errante, una especie de correo viviente entre habitantes de las costas, un puente de unión entre el mundo acuático y terrenal, él rara vez arriba a puertos de ciudades, siempre llega a islas que ni siquiera aparecen en los mapas, ahí donde se guardan celosamente secretos de otra historia, la historia no contada, la que no aparece en loslibros, convive con ellos y lleva sus mensajes o intercede para solicitar favores, todo un diplomático ¿acaso no los hay en tierra? a mí que siempre me atrajeron los misterios era normal que un hombre así me fascinara, aunque en ese entonces no lo comprendiera y me molestara, imagínate cuántas veces después de mis fracasos sobre la tabla y su exasperación llegaba a mi habitación por las noches a hacer las maletas para que al día siguiente la aventara al suelo furiosa al darme cuenta de que deseaba verlo y escucharlo, tener una oportunidad de tocar su pecho desnudo, casi lampiño sería pasar mi mano por un lecho de arena interrumpido solamente por formaciones de algas, paladear por su entrepierna y  ser arrastrada por una corriente hacia un abismo cuyas paredes estuvieran pobladas de corales y verlos cortarse con la luz del sol en la superficie, confundir sus colores con los peces y en unos instantes caer tan rápida y vertiginosamente hasta el abismo profundo donde sólo moran los minúsculos organismos titilando en la oscuridad, sí ver otra vez a Aukai en su tabla de surf mostrándome su dominio sobre las olas tan inmensas,  sólo él era capaz de saber dónde se formaría la siguiente, sólo él era capaz de anticiparse a su comportamiento, sólo él podía hendir con maestría su tabla en el interior y salir de nuevo a la superficie sin caer, le encantaba penetrar en los túneles que formaban las olas tanto como a mí ¿sabes? Es como hacer el amor, cuando él estaba en mí yo me sentía adentro de uno, su sangre era la gran ola que vibraba con fuerza alrededor de mí, sin más sonido que el rugir del agua, como si estuviera en un gran caracol, la gran mole de agua luminosa por los reflejos del sol y yo ahí, dejándome llevar, temblando de pies a cabeza, un túnel de cristal en movimiento, al final del túnel, todavía sacudida por el poder que me envolvió siempre con deseos de más…”

-Los jeroglíficos podrían ser imitación de egipcios, hindús, mayas o una mezcla de todos, qué se yo,  parecen símbolos unidos por líneas de caligrafía indescifrable formando una espiral, lo más seguro es que escriba del centro hacia afuera, porque es muy difícil lograr el mismo efecto de afuera hacia adentro, debo reconocer que éstos efectos visuales son muy buenos, lo de los petroglifos no se lo puedo asegurar, llegar a las grutas que están en los acantilados es peligroso, si alguien las ha explorado se ha callado sus descubrimientos, aquí el atractivo son las olas y sus paisajes de ensueño, las grutas están bien protegidas por rocas irregulares y la marea cubre las entradas al atardecer, si hay de otro tipo también lo ignoro, tal vez sólo los nativos las conozcan, yo más bien creo que ella inventó esas cartas ¿no dice usted que viajaba a zonas arqueológicas y ciudades antiguas? Quién iba imaginar que se le metiera la cabeza aprender surf y casarse con alguien sin futuro, alguien que pudo haberle dado la vida a la que ella estaba acostumbrada y encima justificar su abandono o desaparición con una historia así, a lo mejor en su casa tiene escondido papel y lápiz y hace las cartas cuando nadie la ve, el papel es poroso, hecho de alguna fibra natural o papel reciclado muy parecido al pergamino y al permanecer la vista sobre la espiral da la impresión de que es un remolino y se mueve, es un buen efecto, me gustaría saber cómo lo logra.

“No, no necesita dinero, el mar lo alimenta y a veces le muestra algún tesoro hundido de donde toma sólo lo necesario para cambiar en algún puerto, tampoco tiene prisa por llegar a ningún lado,  si en el camino ve una manada de delfines o de ballenas simplemente se aferra a la aleta de alguno de ellos y avanza más rápido, no hay prisa cuando se ven cosas maravillosas y tenebrosas en el océano, porque también hay  monstruos, barcos fantasma…¿el holandés errante? Por supuesto que existe, no es el único, son naves cuya tripulación quedó atrapada por maldición o accidente en una dimensión desconocida, con su sadismo acrecentado y aprisionado en la madera vieja, en sus espectros condenados moviéndose como en cámara lenta, protagonizando peleas y torturas, con cuencas vacías y negras que presenciaron los gritos de dolor y las súplicas de sus víctimas, ésas palabras adheridas al pasado aún se escuchan y ésas almas invisibles reflejadas por el mar también se materializan, verlos pasar cerca desprendiendo siniestras vibraciones es aterrador; sus monstruos son tan grandes como montañas, tan fieros como dragones, verlos salir a la superficie y abrir sus fauces es impresionante, no hay mente capaz de recrear una guarida para semejantes criaturas en los abismos, más grandes que cualquier rascacielos, de ojos grandes y brillantes, vigorosas aletas, los remolinos que forman al emerger y al sumergirse son capaces de hundir una flota, ¿imposible? ¿acaso el planeta no está compuesto por tres cuartas partes de agua? ¿acaso los continentes no descansan sobre lechos marinos? ¿la ruta? ¡qué importa! Él se guía por las estrellas en la noche y en el día por las líneas del mar ¿qué son? Pues eso, líneas opacas, de un color ligeramente más claro que el agua donde se extienden es más calma que el resto de la superficie, él las puede ver y seguir como los sabuesos siguen un rastro en la maleza, ésas líneas se extienden en todos los océanos, los trópicos, los meridianos, el  ecuador, mejor que cualquier mapa, pero como te dije, él es guiado por los dedos del mar a su próximo destino.”

-Es absurdo que un nativo que nunca ha salido de su pueblo más que para competir pueda interactuar con habitantes de otros países así se trate de aborígenes como él, y peor aún si llega a algún puerto civilizado, a lo mejor es cierto eso de que tiene deudas con la justicia y se robó alguna lancha para continuar sus fechorías sin arriesgar la vida de su familia, pero cuando ya no sea útil seguramente llegará como menesteroso en cualquier lugar sobreviviendo del hurto, ésa gente es así, es una lástima haber desperdiciado el talento de esa manera, ahora viviera dando la vuelta al mundo bien cotizado y admirado.

“Pues sí, toda mujer enamorada debe estar algo loca, de otra manera sería terriblemente aburrida para su hombre, ellos son mucho cerebro y se les olvida sentir, por eso la mujer que logra hacerlos vibrar es para ellos su posesión más valiosa ¿sabes? A él le gustaba compararme con una ostra, decía que era excitante pasar sus dedos por todos mis bordes hasta ablandarlos y que me fuera abriendo poco a poco, disfrutaba inducirme a la pasión, que fuera dejándome ver por dentro, verme escurrir de deseo y cuando me ofrecía ya por completo escarbar en mi pulpa blanda, lamerme las paredes de nácar hasta pulirlas con su saliva y apretar con fuerza mi corazón redondo y brillante que brincaba con cada lengüetazo y en cada embestida ¿has hecho el amor adentro del mar? Deberías, ahí el cuerpo no pesa, el agua es buen conductor de la electricidad y el deseo es como la electricidad, nuestros cuerpos cargados de ello podían adoptar posiciones sin esfuerzo ni obstáculos, es flotar en el limbo, ahí éramos un solo punto luminoso y palpitante moviéndose al ritmo de la corriente, llevándonos ligeros como medusas, esa energía que solamente la pasión y el amor combinan para hacerla resistente como el caparazón de una tortuga, y así mismo ligero y maleable como el sargazo, te puedo asegurar que sólo hay una o dos oportunidades a lo sumo en la vida para experimentarlo.”

-Es inútil sonsacarla de su tema, no le interesa volver con los suyos, aquí solamente usted y los familiares de Aukai están pendientes de ella, las investigaciones iniciales se entorpecieron con tantos rumores y declaraciones, le juro que no sabía si enojarme o reír de tan ridículas que eran, un vecino dijo haberlo visto mientras iba de pesca y asegura que Auki fue atrapado en una islita del archipiélago por una tribu de caníbales y otro más que juró haber presenciado cómo lo devoraba un cachalote con todo y tabla y que seguramente en esos momentos calentaba malvaviscos dentro de su panza mientras la guardia costera se da de topes, todo un Jonás hawaiano; por si fuera poco también lo han visto encapsularse en una ola y alejarse rebotando como pelota, ser atrapado por un remolino y hundirse en las profundidades, irse de juerga con las Nereidas a alguna gruta y quedar atrapado en sus laberintos o que su tabla está en una tienda de antigüedades en Tailandia, a lo mejor tales afirmaciones las inventaron los mismo nativos para despistar y así dejarla y dejarlos en paz, si a nadie le preocupa a mí menos, ahora es una leyenda como Mohamed Alí o Elvis Presley, quién sabe si perdure, es hijo de nativos, no como Garrett McNamara, Andy Irons, Joel Parkinson o Damien Hogbood, ¿curioso no? Pudo pertenecer a ese selecto grupo con su exótico nombre: “Aukai, el torpedo de Maui” pero no quiso propagar su nombre, prefirió ser uno de tantos instructores y llevar una vida austera.

“Ya te dije que Aukai no está muerto, no me interesa si no han encontrado su cuerpo ni su tabla, yo sé que no los encontrarán, a mí me llega su voz por las noches de plenilunio, distorsionada por la espuma de las olas al lamer la playa, yo sería capaz de oírla aún en la peor tormenta, en los acantilados siento su abrazo tibio y su rostro resplandeciente en la luna, me toma de la mano y me lleva hasta la choza y ahí, junto a las botellas con sus cartas me acuesto a sentir su lengua pegada a la mía, su mano subiendo desde los dedos de mis pies a los tobillos, a las rodillas, palpando mis muslos, acariciando y abriéndome, explorando, mis dedos desprendiendo caracolitos y conchas de su pelo, mis piernas apretándole la cintura como un erizo se aferra a las rocas, es él, podría reconocer sus dedos en un bosque de kelp, podría encontrar sus ojos en un enorme cardumen de peces, es él quien remonta mis agitadas venas, su aliento el que flota en mi choza,  poco a poco voy prescindiendo de sus cartas, ellas sólo confirman ahora lo que me he imaginado días atrás, él vendrá por mí ¿cómo podría ser de otra manera? Soy su esposa según las leyes de su raza y seguimos tan unidos como entonces, vendrá y me reiré de ti, de ésa familia que me dio la espalda negándose a compartir mi alegría y mi nostalgia y de toda la guardia costera con sus modernos barcos y helicópteros, ¿cómo no esperarlo? él pudo casarse con una de sus compatriotas de belleza cautivadora, rebosantes de sensualidad e inteligencia, tú lo sabes, has estado con ellas, la lava de los volcanes de ésta isla bulle en sus venas, sin embargo me escogió a mí, a mí quien toda su vida fue una ilusión, alguien que se creyó consentida con una buena vida, alguien difícil de engañar e impresionar, alguien que creyó haberlo visto y gozado todo y cuya fortuna otros se encargaban de administrar, sí, yo era la princesa de un cuento de hadas y no tenía nada que ver con sus mujeres exuberantes, de curvas peligrosas y movimientos embriagadores, mujeres de ojos felinos y boca ardiente, no, yo no soy así, él me conoció como muñeca de aparador, pero algo presintió y no lo quiso dejar ir, yo penetré en su mundo y en su corazón como un medroso venado se adentra a la oscura cueva porque ve brillar a los lejos la hierba más tierna y jugosa contemplada jamás, y así con pasos menudos, resbalando en las rocas, sintiéndose acechada por peligros y sonidos desconocidos avanza, y cada paso incierto agranda la visión de la pradera, se acerca poco a poco hasta hallarse finalmente en el mismísimo edén y lógicamente ya no le atrae el pasto donde creció y anduvo antes.”