« Apágame los ojos: puedo verte; ciérrame los oídos:
puedo oírte; y aún sin pies puedo andar en busca tuya. »
Rilke
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Disimular que no te adivino entre mis páginas
y ver los sonidos girar en tu carrusel.
Pensar que te escondes entre señales y que estás detrás de todos los humos y en la capital de todos los signos.
Verte desaparecer de todas las hogueras, del tiempo corto y el también de la letárgica mueca del viento.
Oler la vida que nace por las mañanas,
Comerme tus recuerdos en cada cena.
Devorarte sin remordimientos y sin pena.
Recordar que la risa existe.
Dejar que me cuentes una y otra vez tus historias y decirte que me sorprende el ruido de la memoria. Correr sin prisa y hallarte esperándome.
Como si aun estuvieras entre mis poesías.
Como si te bebiera en cada palabra.
Como si de narraciones de espuma estuviesen construidos los días.
encontrarte un viernes por la tarde
así sin querer en cualquier esquina y en mi vida.
Como si te volviera a querer…
entre Celan y las hojas de un té, entre un puñado de manos y la tinta negra que acarrea el olvido.
Sentir que tiramos todas nuestras cartas.
Sentir que jugamos con los sentidos.
Beber de tu boca aun con gusto a café.
Inventar que el mundo está lleno de mariposas, y que finalmente me preguntes para qué sirven los alfileres que detienen al destino.
Bañarte en aguas de las más dulces pozas.
Como si de nuevo te dijese vamos,
¡deja todo! y acompáñame...
Como si el olor a libro de tu piel mi sangre volviera a recorrer.
Como si entre pasiones te volviera a encender.
Abrigarte entre mis sueños, desarroparte el deseo; adivinarte en las fisuras de un volcán.
Cubrirme de tu suave encanto y soñar
Creer que te espero como en las noches de aquel enero.
Como si te esperara, pero sé que ya no estás.
Despertarte de tu sueño.
Recorrerte y detenerme en tus minutos.
Como si fueses mi tiempo y te inscribieras en mi rutina.
Beberme gota a gota tu sabor a miel
Sentir tu sudor que se confunde en mi piel.
Pintarte de mil colores dejar que seas mi mejor pincel.
Borrarte un poquito como siempre borramos lo infinito.
Sabag, palabras escapándose, p228
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