Cielo, tú que me escuchas en este rumbo amargo
y que has sido testigo de todo este letargo,
alumbra a mi escenario, brindadme compasión.
Conquista a las estrellas en las constelaciones
haciendo de mi espacio vibrar mil corazones
¡oh, cielo que me miras llenadme de emoción!
Cielo, soy yo, el poeta perdido en las tinieblas,
a prueba de un ensueño que en otro pueblo pueblas:
señal manumitida, cegada en un quizás.
A veces me pregunto: ¿por qué es el alma mía,
que llora en el silencio constante cada día?,
¿por qué yo no he encontrado lo que hallan los demás?
¡Oh, cielo! ¿Por qué callas? Si tan solo pretendo
argüir este calvario que rara vez comprendo,
pues dime ¿tú qué harías si pasas algo igual?
Yo voy con mi libreta trazando mil caminos
con versos que la gente los llaman muy cansinos,
yo, voy tan solamente buscando tu señal.
Samuel Dixon