De estridentes maneras,
no supo, o quiso, estirar
su vida cual chicle interminable.
Eligió en cambio
un destino más acorde a su
escasa materia gris. Funcionario,
por vocación, alma y religión,
todavía lo recuerdo sumido
en un baño de masas.
De todas formas, el gatillo
que terminó apretando,
figuraba mucho antes entre
sus renglones.