Desesperado, sin propósito en la vida,
Incierto era mi destino, no tenía salida.
Oscuro era el sendero, que me aguardaba;
Sumido en mi dolor, ahogado en mis lágrimas.
Errado, acabado y sin sentido,
Renegué contra Dios por haber yo nacido.
Estaba a punto de morir en mi sufrimiento,
Sentí miedo de fallecer en mi lamento.
En mi oscura noche una luz resplandeció,
Luz del cielo, que mi vida alumbró.
A mi hambrienta vida sacio con pan,
Mi alma vacía, lleno con su paz.
Olvidarme de ti, no lo haré jamás.
Rey mío, Señor mío, divina majestad.
Doy a ti mi corazón por completo,
Entrego toda mi vida y mis sueños.
Mejor es tu misericordia que la vida,
Imprescindible, es tu amor cada día.
Viviré cada día, para servirte,
Ilumina mi camino para siempre seguirte.
Dios, eres el amor de mi vida,
Amor sublime, que salvó mi alma perdida.