Pisadas cubiertas por el manto del olvido,
en remolino la eternidad del tiempo,
ensortija la frágil y efímera memoria,
desafiando austera su tic tac implacable.
Era vertiginosa de cambio y avance,
la información fluye sin disonancia,
y la memoria enfrenta nuevos desafíos,
resistiendo al olvido con anhelos bravíos.
Debilidad en la flacidez de los anales,
en búsqueda del pilar constructor de identidades,
aprendiendo del pasado, de errores y aciertos,
euforia de un legado que inspire futuros completos.
En diálogo filosófico, la memoria y el olvido,
reflexión en la infinitud del ser que nos fragua.
Existencia finita destinada a desaparecer,
y el legado emerge, dejando un renacer.
El olvido es parte del ciclo de la vida,
espacio para nuevas experiencias,
lábiles individuos que no se olvidan,
preservado en el aliento, la memoria colectiva.
Guardianes de la memoria, protagonistas,
preservando el pasado, tejido de sueños y asombros.
Somos celadores de proyectos pasados,
transmitiendo la historia, legado sin deliquio.
Conocimientos ancestrales preservados,
tradiciones, historias, errores, logros celestiales.
Forjamos continuidad, identidad de nuestra gente,
conscientes abrazamos la diversidad presente.
Ser guardianes de la memoria es tarea incesante,
responsabilidad compartida, un compromiso constante.
crucial firmeza de nuestra misión,
preservar sabiduría, mantener viva la tradición.
Hermosa fragancia de la memoria,
recuerdos de diversas perspectivas unidas.
Inclusión de sapiencias de un pasado activo,
fraguando un legado en la memoria futura.
En cada acto del centinela, la labor cumplida,
arquitectos de la memoria, construyendo un esplendor,
en el papel crucial de sostener huellas imborrables,
esgrimiendo el poder de ecos memorables.
A.B.A. 2023 ©
Amalia Beatriz Arzac
Buenos Aires – Argentina
El hombre invisible - 1932
Salvador Dalí
Óleo sobre lienzo - 140 cm × 81 cm
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España