"...ha llegado la hora. Estoy listo"
La mente se bloquea, enmudece. Los sonidos se dispersan en el infinito como átomos que se desprenden de las estrellas, como se separan las risas de las bocas, locas. Él está parado sobre las anémonas de tu piel, te absorbe cual sanguijuela, te disuelve entre sus manos de astronauta, espacial y mágico. Eres polvo, él es polvo, se esparcen.
Son un preludio a la libertad, son un instante en la constante del tiempo, fusionados en el espacio intangible entre sus cuerpos. Son dos seres que suman el infinito. La mente se libera, extasía, y el silencio golpea sus piernas ¡fuerte! Maduran entre miradas y manos que se aplauden, se crecen el uno al otro, se eternizan.
El tiempo, vibrante molécula de vida, se colapsa y los clama como un desierto al oasis. Agotamiento invade los cuerpos, temblores de goce exaltan al corazón. Los párpados se caen, sonríen las miradas que reconocen la victoria entre sus halos. Se saben muertos, vivos. Amantes hasta el fin de los momentos...
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