Vuelvo al mar…
desesperado por escapar de esta rutina gris.
Huyo de la nostalgia de saber que no vendrás.
Llego al puerto una vez más…
a ver si de pronto te trae la barca de la casualidad,
o por un acaso…te conviertes en coincidencia, quizá.
Me rindo a la caricia de ese celeste océano de quietud,
y me fascino con la sinfonía de sus ecos fantasiosos…de enigmática seducción.
Me dejo conquistar del murmullo de la marea…que juega a regresar…
pero nunca se queda…porque siempre desaparece cada amanecer.
El sol…ardiente…canicular…calentando la piel…como tu piel me quemaba al rozar.
Me atrapa el atardecer…con sus rubores rojizos de fuego y pasión.
Ese ocaso de escandalosas gaviotas… prende mi mirada en la sempiterna esperanza de verte volver.
Se dilata tu llegada…pero el corazón insiste en no renunciar.
En la arena huelgan corales y moluscos…adormilados en su letargo…
ansiando la ola que los devuelva a su natal,
y yo en cambio, sueño contigo…un millón de veces…tantas como estrellas hay…
en esta despejada noche en el litoral.
Sopla la brisa tibia de la costa…alborotando mi larga cabellera.
Escucho un silbido manoseando las palmeras…
y cierro los ojos deseando verte emerger de las azulinas aguas…
cual sirena tropical.
He vuelto al mar…
tratando inútilmente de tropezar con tu serena efigie de cristal…
con tu sombra encallada en la playa de esta insuperable necesidad,
pero despierto…como siempre, ahogado de soledad.