Entre tanto nubarrón
de cada esquina rota
por el miedo del corazón
a quedarme sola;
te perdí sin quererlo
confundí cariño con amor,
del fuego quise protegerlo
y me quedé en la indecisión...
Y llegó él a mí,
a despertar el deseo,
a llenarme de ilusión
y de remordimientos...
sin decir quedan palabras,
sin calma ha quedado el mar
donde soltaré a medianoche
veintitrés lágrimas de sal...
Te buscaré en el solsticio
de la noche más eterna,
y a él en los resquicios
del fuego en las hogueras;
que en San Juan 7 veces salto,
con tanto espíritu de fiesta
que esta muñeca de trapo
¡sólo vive si la quemas!
Ha acabado el juego,
se va bajando el telón,
te hundes y te pierdo
sin más te digo adiós;
en un ritual de buena fortuna
donde voy abriendo alas,
voy corriendo libre y oscura
a los brazos de la madrugada...
y de mí misma...
de mi propio deseo...
para aprender a quererme
y alzar aun más el vuelo.
Si hemos sido tres fugitivos
huyendo del dolor... ¡y del amor!
esta noche libero los solsticios
y los dejo ir, lejos de mi corazón...
Ceci Ailín
Mar del Plata, madrugada del 24 de junio.