Ben-.

Dios-.

Demostrado su absentismo,

no puede sin embargo, suscitar

en ti, más que apatía y asco,

todo aquello que su ausencia obligada,

deja como legado: ruinas de una civilización

que, en su interior, nació muerta y decapitada,

ceniza sobre un cenicero que no te corresponde

obviar. Miras, entonces, a tu alrededor,

intentando encontrar un motivo de reproche

a tanta insostenible incuria, y no hallas sino

muy al contrario, razones para sustentarla-

extraño sería que aquí, un cráneo contuviera

algo más que muérdago o estúpidas guirnaldas-.

No fue el tuyo,

el vulgar canto del vate oracular, ni el trino desconcertante

del poeta avaricioso. Mas te regocijas en ello, conforme

a derecho propio, y resulta que te ofrecen agua,

para beber, y la rechazas, si procede de sus fuentes.

Y amas como todos, lo que todos aman, por la fuerza

de un odio que en ti crece, mas sin dirección ni coordenadas.

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