Patricia Aznar Laffont

Quizás

Quizás fueron las Alondras,

que Sin Nido

se Refugiaron en la Muerte...

 

Quizás fueron las Ramas Indomables

que Sostenían a Aquel Puente

que sin Derrotas

Desafiaron la Temida Vida

y luego se Derrumbaron

en la Gloria de un Día...

 

Quizás fueron mis Ojos Ciegos

que Estrujaron los Velos

  y Recorrieron

sin Celo ni Temores

esos Laberintos en Mudas Batallas...

 

Quizás fue el Recuerdo de las Siestas

de Aquellos Domingos

en Felices Mediodías...

 

Quizás pueda Aromar, Ahora

el Embrujo de esos Pétalos Negros

que en Abyecta Suciedad

Mueren sin

Morir,

en la Tierra Yerma

que Cuece sus Dolores...

 

 

Quizás fueron mis Ojos Ciegos

que Estrujaron los Velos

  y Recorrieron

sin Celo ni Temores

esos Laberintos

en Mudas Batallas...

 

O tal Vez, la Atonal

Melodía,

Hipnótica,

Asesina...

 

Que llenó la Copa

y Rebalsó el Vaso

del Maduro Vino

de Ésto

el Innombrable y Sordo Canto

de Huesos Blanquecinos,

de Cenizas Añiles

que esta Noche

en loca Locura y sin Culpa,

Duermen Conmigo...

 

(Patricia)