Un jugador en la oscuridad nace
indagando en la víctima del día;
lo matara con su sabiduría,
haciendo dudar del cruel desenlace.
Cuando se cree que él pierde, renace;
juega con cartas y psicología,
no pierde y gana con alevosía.
En sus frías manos el vencer yace.
No hay truco, no necesita de nada,
su cometido lo cumplió al vagar
dentro del rival al ver su mirada.
El tahúr a punto está de ganar
y su rival sacara su jugada
prostituyendo su vida al azar.