Máximo es uno de los mejores neurocirujanos de su país. De raíces humildes, hoy es un hombre que a caudales goza del éxito profesional y del dinero. En los últimos años su moral bien arraigada se ha debilitado por un amor desmedido a los bienes materiales. Es capaz de operar a enfermos que no necesitan de cirugía o que no tienen esperanza alguna de recuperar su salud. Su propósito es ganar toda la plata que le sea posible. Hay ocasiones en que los familiares de sus pacientes le han pagado con las escrituras de sus casas, departamentos, terrenos o tierras. Hoy, Máximo tuvo la cirugía más difícil y compleja de toda su carrera: Operar a su hijo Miguel de un tumor en el cerebro. El resultado se tradujo en una desgracia, en un grito desgarrador, en un trágico pensamiento :
“¡Cambiaría todo lo que tengo, por la vida de mi único hijo!”