Canta alegre, y entre sus cuerdas,
a veces llora de una herida
profunda entre sus manos
de vellos silenciosos,
cabellos que vibran afinados
y dan fruto al corazón desalentado,
y no razona el diapasón enamorado,
y entre trastes cabalgan medios tonos,
que desatan una fuente de pasiones
encontradas, y un recuerdo de labios
cálidos en la cejilla, el dedo misterioso
que logra acariciar la boca y la roseta,
y el mástil, el alma del puente, el golpeteo,
la resonancia, el fondo de los deseos,
la presencia de los amores de noches incansables,
que dejan los recuerdos acariciando para siempre,
una vida que marca compases sin olvido.