Un día, triste y enojado al alba, caminaba por la vida, sin esperanza. Llegué a tu entorno y te miré, y supe que entre nosotros algo surgió, sin dudar.
No sé si fue coincidencia o destino, pero deseo verter mis sentimientos divinos. Saborear el roce de tu piel, eso en mis sueños pude prever.
Nunca imaginé el éxtasis en ti, pero al final, lo sentí en mí. Anhelo poseerte, hacerte mía, pues así lo sentí aquel primer día.
¿Podrás negar que también lo deseabas? La pasión, el fuego, nuestras almas entrelazadas.