Manuel Calderon Alvarez

Réquiem a la pérdida más dolorosa: Cuando me perdiste

En medio de un mar de incertidumbre y dudas,

Caí en la belleza de tu mirar y de tu figura

Sabía, ¡aunque maldito mi ser!,

Que el destino me llevaría por un camino a padecer.

 

Pero aún así, me aventuré a amarte,

A pesar de que el final pudiera lastimarme.

Fui prisionero de tus encantos y besos,

Mientras el amor florecía entre risas y sucesos.

 

Nuestros momentos juntos fueron efímeros,

Como una estrella fugaz, brillando en lo más austero.

Sabía que nuestro destino era incierto,

Pero ignoré las señales y me entregué por completo.

 

Luego, un día, tus palabras me golpearon como un rayo,

Dijiste que ya no sentías lo mismo, sin ningún desmayo.

Lloré en tus hombros, mis lágrimas cayendo al vacío,

Mientras mi corazón se desmoronaba, partido en frío.

 

Y ahí estabas tú, con otro en tus brazos,

Una cruel imagen que dejó mis sueños destrozados.

Comprendí que simplemente me cambiaste,

Una víctima más de tus juegos, sin que lo sospechara.

 

A ti, la que alguna vez quise con todo mi ser,

Te dedico estas palabras, mi desahogo, mi poder.

No guardo rencor ni odio en mi corazón,

Pues el amor verdadero no se encuentra en la decepción.

 

A ti, que me cambiaste con tu despedida,

Te deseo una vida bendecida.

Porque al final, aunque las heridas sangren,

Mi amor por ti, en el pasado, se desvanece en el aire.