A veces me pregunto si tú también te descubres a ti mismo suspirando mi nombre. A mí me pasa.
Quizás no debería permitirme dar rienda suelta a los sueños, ¿Para qué?
Hoy he decidido torturarme en tu nombre, no me preguntes por qué.
Quizás porque necesitaba sentir que puedo amar de nuevo. Conformandome con que sea un recuerdo.
Aún no comprendo por qué fuiste tú, ¿Por qué no cualquier otro? Ni por qué para ti yo no podía ser yo. Valía cualquier otra.
Casi ha pasado un año y aún no puedo olvidar dos meses. Yo tan centrada en verte ideal y tú tan centrado en tu cobardía.
\"Si quieres amar que sea de verdad\" pensé que también era tu frase y descubrí tarde que yo ponía las dos mitades.
Y ni gracias.
Tengo que entender que eso también eres tú. Que tu abrazo está envuelto de mentiras, dudas, odio y miedo. Y tus \"te quiero\" escupen veneno.
Supongo que en parte debo agradecerte la distancia que has interpuesto entre yo y el mundo.
Entre un sentimiento pleno, profundo, ruidoso y este vacío sordo que se va apoderando de todo. Nada. No dejaste nada.
Solo hay huecos donde voy almacenando polvo tras polvo. Polvo insípido, gris, sucio y abandonado. Polvo solitario. Amontonado. Polvo que debería limpiar pero abrazo. Aunque me manche. Polvo que decora el vacío para no sentirlo tanto.
A veces me pregunto de qué manera me piensas, si tú lo pagas en suspiros, canciones o recuerdos. Luego recuerdo que fuiste tú el que saliste y yo la que paga caro. Pudiste cerrar la puerta al menos.