Berta es una mujer irreconocible, pues, en su mundo hay y existe un secreto misterioso, el cual, es desconocido para mucha gente. Y, Berta, sin saber de su rumbo va en busca de su cometido en caer en bruces caídas cuando en el aire y en el desaire de su cometido vio descender desde lo más alto de su mente un pináculo de un mar escondido. Berta, una mujer seria y retraída va compungida hacia el nefasto de los más descabellados tiempos. Cuando el secreto de Berta es un decreto, el cual, se intensifica como la forma más indeleble de todos los deseos. Si Berta va en busca de una incógnita indeseada, mortífera y trascendental, pero, muy secretamente, se siente como el desafío frío y mal inconsecuente. Y el instinto de Berta, se concentra en el tiempo y más que eso en el ocaso vivo y tan intransigente como el delirio inocuo que pasa desapercibido. Cuando en el instinto de Berta se siente como el delirio inconsecuente en creer en el embate de dar una mortífera, pero, letal e intransigente mente como la vesania demencial de creer en su secreto sin ser a gritos a voces muertas. Cuando Berta se siente como se percibe en el trance perfecto en dar una conmísera mala existencia de saber que su instinto se torna desesperadamente inocuo, pero, muy deliberado es cuando decide revelar su secreto sin ser a grito a voces abiertas. Berta se fue de éste mundo sin ser cierto, cuando quedó como principio sin un buen final. Berta fue y siempre será como el primer desenlace de su vida, fue como la fría tiniebla en hacer decaer en el tiempo una forma de atraer la conmísera mala existencia en ser como una niebla o bruma espesa sobre el mar escondido. Si Berta se electrizó su forma de caer sobre el mal desenlace de ver al cielo de gris tormenta cuando el suburbio automatizado caer en el alma sin paz ni sosiego se enalteció el mismo perdón. Cuando en el alma penetró en el mismo instante en poder caer en el mismo abismo frío en que se vio como el mismo soplo de la vida misma. Y, Berta, se sintió como el mismo temple o como la misma insistencia se recreó como la misma forma de caer en el abismo frío, cuando en el instinto se vio como el suave desenlace de mirar al cielo como la fría niebla en esconder el secreto de su vida y de su existencia. Berta fue como ese vil secreto escondido y sin poder revelar ante todos y ante su propia existencia. Cuando fue como el suave desenlace fatal de su corto, pero, largo existir cuando en el instante se vio y se tornó exasperante e inocuo, como débilmente es y será como el reproche de caer en el abismo frío de sentir y de percibir el instinto frío en caer en el delirio frío. Y las tinieblas frías deciden hablar del frío, y del gélido viento cuando decide creer en la fantasía de un rumbo incierto y tan desconocido como tan irreal. Cuando en el viento álgido recreó como tormenta un desierto con dunas y con un levante casi verdadero, pero, muy desapercibido. Y herida como la hiena o como la pantera negra va de rumbo hacia el poco existir de su corta vida. Y como el desenlace fatal en poder herir al cometa de luz, se vio Berta, fríamente inadecuada. Y, Berta, como todo secreto escondido es el decreto en ser revelado, pero, con certeza de vivir con el mismo secreto de su pobre existencia se vio indeleble como el frío, o como el instante en que se torna inocuo, pero, friolero como la misma lluvia en el cielo. Cuando en el alma de Berta, se vio friolera y frígida por el tiempo y más por el venir del viento frío desde su propia piel enalteció su bondad en tiempos de calor como el del sol. Y el sol en el cielo, mientras que en el cuerpo calienta de calores extremos, su alma quedó como el mismo gélido viento que acaricia su entrada al mundo cuando quiso ocultar ese secreto en decreto mortífero en que fue fiel en nunca jamás revelar ese secreto letal e inmortal como el de nunca nadie saber la verdad. Y fue revelador su secreto como un rollo de cinta sobre el infrarrojo, pero, todo quedó como el mismo mal instante de creer que su alma está fría como el mismo hielo mágico de creer en que el sinónimo de hielo es el frío. Y no como que no es lo mismo, cuando quedó como el mismo frígido mal momento en que el deleite se aferra al desconcierto frío de creer en el alma ciega. Y como el mal instante de creer en el alma sosegada se vio fríamente indeleble sobre ese secreto en decreto y sin revelar a nadie. Cuando automatizó la espera inesperada de creer en que ese secreto sea la verdad y más que eso en ser revelado. Y, Berta, quedó amando el frío desde que el tiempo quedó como órbita lunar atrapando a su cuerpo desnudo de tiempo y por un sol inerte sobre el mismo cénit del mismo cielo. Cuando sucedió todo ésto, el frío en su cuerpo fue como el cero grados sobre el mar, pero, sus labios quedan como el mismo gélido viento en que se cuece el alma a sabiendas del frío que lleva el hielo en el alma de Berta. Y el frío sopla en hálito desnudo el gélido viento que pasa por sus labios. Cuando Berta enaltece su ira y su insistencia en saber y en querer revelar su secreto en un decreto y tan frío como el hielo sobre el mar bajo cero grados de frío. Y su alma quedó como un suburbio o como el corazón lleno de espera y tan inesperada la espera ausente de creer en su adyacente pena. Y la suerte de Berta, se vio fríamente inalterada como espantada de un espanto nocturno cuando quedó a la deriva en poder recordar el mal sucedido. Si Berta, recreó el mal desenlace y como un desnudo frío en poder pretender que su alma fría era ese secreto frío y descendente era en poder abrir los sesos y en poder amarrar el delirio frío a su cometido en bruces caídas de temores inciertos, pero, no, no era así. Si Berta en el instante se vio friolera como la misma época de creer en el desierto frío dentro del mismo ocaso vivo cuando quedó como el mal delirio delirante de creer en el alma devastada de fríos inocuos. Cuando Berta se vio inalterada e inestable en su afán de creer en el alma muerta de un espanto seguro fue cuando se vio muerta de miedo ocultando como en subrepticio temor incierto de creer en el alma sosegada e inestable como en el afán de dar a plenitud su vida. Y la vida de Berta, se vio fríamente inalterada e insípida y con el temor a ser descubierta de un total espanto. Si Berta se vio fríamente inocua y su cuerpo frío como el hielo, cuando en el alma se vio como las fuerzas débiles en hacer creer de que su secreto era un decreto total como una ninfa del bosque o como una sirena del mar, o como un querube del cielo, o como hadas del cuento sin fin. Si en el alma de Berta, se vio y se sintió friolera como en el alma una daga fría en el pecho álgido. Cuando en el alma de Berta e insospechada se vio como tan mísera como tan irreal como un desierto mágico en su mente y en su imaginación. Si Berta se vio como en la locura inerte cuando su secreto desafía los estándares de la fría verdad, pero, sin poder revelar. Berta se vio como la forma más inocua, pero, trascendental y tan transmutada como un vil tormento o como la fría niebla, cuando su secreto es tan frío como tan álgido el momento de subrepticio deseo. Berta se entristece por tanto y por demás de creer en el intercambio de su ánimo por felicidad, pero, no pierde en el alma si se siente como se percibe cuando en el alma quedó como tan frío es el hielo. Berta escondiendo su secreto cree en que el tiempo ni Dios lo podrá saber. Es un secreto como la fría niebla si Dios no sabe que el secreto se vive como se desvive cuando en el alma de Berta se entristeció como la felicidad en el ocaso inerte. Y ese ocaso inerte se vio como la luz más tenue en el alma, pero, se debió cruzar por el destino y por el camino desértico cuando en el desenlace frío se sintió como la rosa marchita esperando por un buen amor que entregue esa rosa en señal por amor. Berta insípida, inestable, pero, muy atrayente de creer en el alma sosegada de dar una conmísera atracción de dar con la acción una sola álgida verdad y era poder ocultar su secreto hasta siempre. Berta con su secreto misterioso logra ocultar por siempre hasta que un día llega el amor a su vida y ni aún así logra revelar su débil secreto. Berta debe de dar una conmísera verdad en que el deseo y la certeza de vivir vive como el mismo secreto y sin poder revelar. Berta en su afán caudaloso se entregó en frío rencor, y en un odio oculto y sin poder expresar su secreto. La señora Berta una mujer alta, de raza blanca, de ojos azules y de cabellos de color rubio, va en busca de un amor para poder seguir ocultar su débil secreto. Su secreto es irreconocible, inestable e insípida, cuando en el ocaso y en el fuego del sol, se debate una sola espera inesperada con el calor de verano. Y el calor extremo y el dolor de un triste secreto se debe a que lo imposible sea posible, como el deseo de ver el cielo y más el ocaso de un sol nuestro en que sólo da la fuerza en la luz veraniega. Cuando en el trance de la verdad el secreto de Berta sólo la dejó ocultar el secreto vilmente de creer en el alma subastada por un tiempo en que creyó que el secreto compra su silencio. Y Berta se entregó en cuerpo y alma con el secreto de su existencia cuando en el alma posiblemente se siente como el saber en execrar sin poder saber que subrepticiamente se oculta el secreto de Berta. Berta, inicialmente ocultó el secreto por temor, por horror y por miedo a ser una vindicta reversible hacia ella. Y Berta como el secreto oculto así fue su vida a partir del ocaso fuerte desde hacer lo que pudo hacer fue un hecho claro y contundente en su poder como mujer empoderada de un suburbio corazón. Cuando con un sólo corazón se entristeció de un sólo espanto si en el deseo y en el convenio más caudaloso se vio tristemente inadecuada en poder ocultar ese vil secreto. Y Berta se vio fríamente inalterada, insípida e inestable por tener en su conciencia el poder de un sólo secreto que puede cambiar todo en su vivir y más en su vida. Si, Berta se vio trascendental y transmutada de un sólo espanto nocturno cuando en esa noche sólo pensó e imaginó lo que nunca revelar ese secreto, pero, no, se dijo que no y hasta el momento han pasado dos lustros desde aquel mal tiempo en que ocurrió el secreto que Berta oculta. Cuando en el alma de Berta se sintió como un sólo mal precepto y como un vil trance imperceptible, e imposible como el más de los veraniegos momentos. Si Berta se vio intransigente como débilmente y como una muñeca o un títere automatizando la espera inesperada de creer en el mal momento de ocultar ese vil secreto. Cuando en el alma de Berta, se entristeció por tanto y por demás en que el alma de Berta se vio en la encrucijada de un sólo espanto. Berta no quiso ser como el ademán frío por demás y por un tiempo en que el alma se vio como la triste verdad, en que el deseo y el viernes veraniego de creer en el alma de Berta se vio como un mal tiempo y como un débil instante en que le ofreció la vida a Berta sucumbiendo en un sólo mal deseo en ocultar ese secreto. Y llegó la noche con Berta, cuando en la fría niebla sólo le dio un desafío y un mal inconsecuente de creer en el alma una sola verdad efímera, cuando en el alma de Berta sólo le concedió una oculta verdad. Y con una vil certeza en dar con un dolor fuerte en el alma desde que la fría niebla fue como la bruma espesa sobre el mar suponiendo que el mar era Berta. Cuando en el alma sólo logró que el mar sobre Berta fuera como el mismo dolor y como la misma fuerza en el alma de Berta. Si en el desierto efímero en poder creer en la razón débil de su conciencia en ocultar ese secreto vilmente, cuando en Berta sólo le ofreció el corazón en poder amar, pero, en su conciencia a ese vil secreto misterioso. Y con la noche fría y con la fría niebla, se ocultó más el secreto de Berta, pues, esperó como toda reina por su trono y por un sólo decreto con la ley formando en cadencia un veredicto firme. Si en el alma de Berta se oscureció por tanto y por demás, que la noche se vio tenebrosa y tan misteriosa como el ademán frío en querer barrer del alma un infeliz instante en que se cuece de ternura y de pasiones buenas la noche fría en que se perfila como una sola bondad en que cada delirio frío se ocultó el secreto de Berta. Si Berta se vio como lo más friolero de un mal instante cuando en su mundo quiso abrir el momento en que comenzó a ocultar el secreto más horroroso de todos los tiempos y más de su vida y del vivir de Berta. Berta en su afán de ocultar el secreto limpio la escena con tal agrado de sorpresas ofrecidas cuando en su hogar ocurrió en la noche de un invierno todo aquello. Y Berta cree que con un nuevo amor olvidará todo y por una vez en su vida. Berta en el afán de olvidar sólo quiso ser como el trance perfecto de dar con una sola verdad oculta. Y sí que era ese secreto vil, intransigente, insípido, inestable y rencoroso como el vil momento lleno de un sólo horror. Sin segregar un momento vil se cuece de un instante extraño en que se pierde el alma de Berta en un frío indeleble en la piel, pero, más en su propia alma. Y Berta en el ánimo sosegado de creer en el alma se miró intransigente y con una debilidad en el alma, si en la conciencia de Berta, se ofreció como un testigo, y como un cómplice de aquel mal acto que la dejó inconsciente de creer, pero, ocultar un secreto era demasiado para Berta. Y Berta con sus cabellos rubios y sus ojazos azules como ese mar perdido, en que el calor extremo y la conciencia le hace ocultar ese vil secreto cuando fue sólo en un mal invierno. Y Berta se fue del mundo, extrayendo el dolor inhalando el frío y exhalando horror. Y la fría niebla sólo le perfiló el dolor y la mala consecuencia cuando en el ademán frío de sus manos quedó todo como en la misma conciencia de un temor incierto, cuando en el ademán frío se entregó en cuerpo y alma hacia el mismo nefasto de los malos tiempos. Y fue como el deseo y fue como el incierto delirio en que se fue el mundo de los brazos de Berta, cuando por unir la fuerza y el calor y el frío con la subconciencia, dentro de la noche fría se fue del mundo el desafío y del cometido de caer en bruces caídas desde el tormento frío como además el desconcierto de un imperio sosegado desde sus propios ojazos. Y fue como el lamento frío en poder creer que Berta, y su conciencia se deleitan un horror en subrepticio dolor. Cuando en el alma de Berta, sintió como el rencor y el odio sosegado ocultando en su vida un secreto muy misterioso del ayer y del comienzo a descifrar la fría niebla en el mismo cielo lleno de bruma espesa. Y el cielo oscuro y lleno de tinieblas frías cuando en la noche se vio como el fulgor lleno de una dolor oscurecido por el tiempo y más por la noche espesa de una conciencia que oculta el mismo dolor en Berta.
Y, al otro día, sin fuerza alguna, se vio a Berta, sentada sobre la mesa y tomando un café. Inerte como la sombra, y tediosa como la misma arena de ese terrible mar que tiene de frente, se dedicó Berta, en ser como la misma historia petrificada de terror y de espanto nocturno. Y la arena y el viento le dieron ese olor a mar y a sal. Y se volcó en ser como la misma arena desértica y cálida y tan caliente como el mismo sol que le espanta el dolor por un instante en que Berta sólo quiso olvidar el mal suceso y recordar el vil secreto misterioso. Y se fue de un instinto fuerte y de un tiempo sosegado en penumbras y de sombras desiertas en que casi el deseo se fortaleció de un dolor y de un mal inconsciente. Cuando en el afán de creer en el instante en tener al mar de frente, se vio como sirena y no como ninfa de un bosque húmedo, en el cual, se petrifica el cometido en caer en bruces caídas, ni como un querube en el cielo ni como hada de un cuento sin fin. Si Berta se vio como el mismo tormento o como el vil momento de un orgullo templado, cuando en el tiempo y más en el instante quedó como el más crueles momentos. Y Berta conoce el desierto de una arena cálida y conoce el mar templado y no bravío, dejando la hiedra en las rocas perdidas de un mar sosegado y caudaloso. Y se miró en el tiempo, y más que eso se observó en el trance de ese mar perdido que tiene Berta enfrente. Cuando en el ocaso de ese atardecer se vio fría como las tinieblas frías de aquella noche que la conciencia derribó su subconsciente, pero, sintió la cálida arena y se olvidó de todo por un momento en sosiego. Y, sintiendo Berta, por un cruel y débil momento conoce el amor Berta, sí, en esa playa, mar y arena. Se vio el alma de Berta como un terrible desertor de almas, pero, vio el amor y la pasión, otra vez, entre sus ojazos azules y sus cabellos rubios como el mismo sol. Si Berta se vio como el sol, la mujer de ojos azules y de cabellos rubios se entristeció por tanto y por demás que quiso ser fuerte en el dolor, y, el amor llegó a su vida y más que eso a su corazón. Porque en el reflejo del cielo y de su alma se vio como la misma fuerza, pero, el dolor del ayer quiso ser como el reflejo en el espejo, o como el mismo suburbio del mismo corazón. Si el amor de Berta quedó con el amor y la pasión cuando conoce a ése hombre de tal forma y de tal manera en que se cuece el alma de fríos veraniegos y de calor como el mismo sol. Y con el dolor a consecuencia se edificó el alma sin sabor alguno, pero, el amor se intensificó como lo más desafortunado del instante, cuando su secreto se interpuso como el misterio más indeleble de creer en el alma de Berta. Y el mal sucedido de creer en el deleite de creer en el alma se vio como el mismo dolor, filtrando el calor en los ojos llenos de pasión. Si en el calor y en el frío se intensificó como el dolor hiriente como el secreto misterioso en poder creer en el deleite infructuoso, pero, muy decidido en dar rienda suelta al amor. Y el amor a plenitud, sosegado e imperioso, y tan certero como la misma verdad impoluta que se encierra la fortuna de dar un amor en la playa, mar y arena. Y la playa, mar y arena se interpuso entre los corazones enamorados de Berta y de ése hombre, el cual, lo amó intensamente y apasionadamente si tan sólo fue un amor a primera vista. Y Berta, sólo lo miró con fortuna, y ocultando fuertemente a su secreto misterioso, lo amó con locura. Y la tortura se aferró al deseo y a la fortuna del amor en la cabeza de Berta. Si en el deseo y en el comienzo de un todo, fue un amor como nunca y Berta se dice que si le hubiera dicho o expresado el secreto a ése amor de cuatro lustros más, ¿hubiera callado y ocultado el secreto al igual que Berta? Más no se sabe, a ciencia cierta, si los secretos cuando se dice por primera vez a alguien son insospechados y más que eso expresados con sucesión y sucesivamente como se cuenta y se expresa como empeora o mejora el secreto. Berta, sólo desea saber una cosa, ¿hasta dónde llega la fidelidad de su esposo?, si calla o habla el secreto. Y Berta decide ocultar por siempre el secreto misterioso que le embarga a su conciencia y a su subconsciente de iras, rencores y odios. Porque cuando en el trance de la verdad se vio como el impetuoso instante en poder creer en el desierto mágico de su propia imaginación. Si ocurrió lo escurrido y lo más ocurrido de un mal y de un vil y mal momento cuando el secreto se dio hace tres décadas o sea, hace treinta años del mal suceso. Si, Berta se vio como el desastre de creer en la conmísera atracción y se vio, otra vez, sentada en esa mesa, tomando un café. Y se intensificó la forma de ocultar el secreto misterioso por más de tres décadas sucumbiendo en un delirio y tan delirante como aquel frío y de aquel invierno. Si fue tanta la fortaleza y lo fuerte de un secreto oculto que Berta se fue como del mundo hacia lo más terrible del aquel terrible momento. Cuando sólo le faltó lo que se otorga cuando se oculta un secreto de tal magnitud: una complicidad. Sí, una sola complicidad en ocultar el secreto de un cometido en fraguar nunca expresar lo que se acometió. Si Berta se aferró al deseo en querer ocultar el secreto que no es a gritos voces abiertas sino un secreto por un sólo decreto. Si en el intercambio de dar y de ofrecer amor no hubo preceptos, sino un delirio delirante en caer sobre aquella mesa donde conoció con playa, mar y arena a su único y verdadero amor. Cuando en la insistencia de una terrible ausencia de querer amar a un hombre, pero, el secreto siempre se interpondrá entre la conciencia y la presencia de ése hombre. Pensó Berta, en que el amor lo puede todo, menos las mentiras y si ocultó el secreto fue porque siempre tendrá valor ese secreto que incrimina a Berta. Cuando se intensificó la era y la primera época para Berta ocultar el secreto misterioso, el cual, devenga un mal momento entre el vil instante y mala conciencia. Y desde hace tres décadas y de cuatro lustros casada con ése hombre, que conoció en la playa, mar y arena, oculta Berta el vil secreto. Cuando en el instante se convierte en el trance imperfecto de dar una comitiva de iras y de odios por ocultar ese secreto que le arrancó la libertad, el buen sueño y el buen estado y hasta el ánimo de vivir. Si Berta soñó con casarse, pero, el pecado arruinó toda su felicidad sólo pensando en el ayer y más en ese secreto misterioso que la claudica a Berta en su alma.
La noche fría y con fría tiniebla volvió al vivir y a la vida de Berta, pues, en el rumbo de la vida y de la existencia más vil de entregar el rencor y el odio a su manera fue haber ocultado el secreto misterioso que le embarga toda su vida y más toda su existencia. Cuando en el alma y el infortunio y de la fortuna de amar a Berta, se vio fríamente en su alma sosegada de tiempo y espacio. Si en la ilusión terminó todo rencor y todo odio por parte de la conciencia de Berta y se volvió intransigente. Cuando en el alma de Berta se petrificó en la espera inerte e inmóvil de deseos buenos, cuando el secreto convivió con Berta por el resto y hasta sus días de existencia y más de vida. Si en el instinto de Berta, se vio como el desafío o como la fría niebla que caen sobre el tejado del hogar de Berta, esperando por una bruma espesa a que le hiele o en un frío deshielo el alma fría como esas frías tinieblas en su cabeza o en su más conciencia inerte e inmóvil deseando converger con el alma fría y con el calor de su piel por ser amada y en su mente y en su subconciencia el secreto vil. Y tan mortífera la vida de Berta, amó apasionadamente e intensamente y como nunca antes. Y como una desesperación en el alma de Berta, se vio intransigente si contar o no el secreto que la incrimina, cuando en la intensa intensidad de sentir con sentidos a la lluvia fría, se intensificó tanto y por demás que se le ocurrió ocultar por siempre el secreto desde su conciencia y más desde nunca abrir su boca y expresar la verdad impoluta. Berta y su verdad sólo le ofreció una sola fría niebla, la cual, fue como las tinieblas oscuras de creer en el trance en ocultar ese secreto frío y condescendiente. Cuando en el alma se oscureció de tiempo y de amar bajo el alma a oscuras en una habitación fría, cuando ocurrió el desastre en caer de bruces caídas por el temor a revelar ese vil secreto. Fríamente se enalteció de bondad y de riqueza innata cuando por ocultar el secreto de su vida y de su propia existencia, Berta enfrío a su alma como el hielo en el refrigerador. Y entre el querer y amar está la confusión de Berta entre oscuro y negro y más negro el cielo que azul añil en la noche expensa y tan densa es como albergar la comitiva en bruces caídas. Cuando ocurre el trance perfecto de amar bajo la fría niebla, pero, con el secreto de hace tres décadas en la cabeza y más en el subconsciente de Berta. Cuando ocurrió el desastre de creer en el delirio delirante en la noche más extensa de la vida se vio como intransigente y delicada el alma de Berta. Y, Berta, junto a su alma se entreteje el delirio como telaraña en el abismo frío. Si en el instinto frío se cuece de temor y de miedos incongruentes en dar una vida como el saber de su acometido en salvaguardar un secreto misterioso ante todo y ante todos. Si, Berta oscureció de miedo y de horrores vivos cuando el secreto se vio en camisas de dolores cuando en el afán de creer en el alma de Berta se entregó una furia y una euforia desatando la fuerza y la fortaleza en dar rienda suelta hacia el más cálido de los momentos, cuando el secreto está vivo en cabezas ajenas. Y desatando la fuerza y la comitiva con los cabos sueltos, se vio Berta en la encrucijada en querer amarrar el deseo de convertir el secreto en un secreto sin ser secreto. Si la fría niebla cayó en redención y más en la manera de creer en el alma en dar una conmísera existencia en creer que cae bajo el mismo precipicio de esa telaraña desde el fondo del abismo. Y, Berta, se vio como el nefasto de los crueles tiempos, cuando ocurre el trance perfecto y deseando abrir el cielo de la fría niebla, cuando en el alma se asustó de un espanto seguro que cree en el alma caer desde lo más alto del cielo. Y la fría niebla se intensificó como en el camino un destino frío cuando ocurrió el terrible desastre en dar la comitiva de guardar ese secreto en sus entrañas más rojizas como en ese atardecer en que conoció a ése hombre. Cuando en el albergue de la sonrisa quedó como tristeza inocua, pero, muy felizmente quedó su alma cuando ése hombre la amó como Berta así lo quería.
Continuará…………………………………………………………………………………………