Vienes silenciosa a poblar soledades. A pintar de día mis largas noches y a tejer auroras en el ocaso de mis tardes.
Te enredas en mis sábanas, pones alas a mis sueños y arrancas juventud a mis cansadas carnes.
Yo no sabía de ti, no esperaba subir a un altar de besos, ni bajar por tu cuello a regar de agua fresca la humedad de tus humedades.
Y ahora repito contigo las palabras de siempre, amado viento, amada lluvia y amada la cruz eterna de tus piernas celestiales.
Vienes silenciosa a encender mis noches y apagar mis tardes.