Hay muchas cosas que he hecho
antes de que se me hubieran ocurrido.
—también dijo en el mismo video
que desea la libertad de quien riega
plantas artificiales. La libertad de hacer
sin necesidad y sin provecho.
—Ignatius Farray, cómico canario.
Exploto.
Exploto por última vez,
las vísceras a pedazos
constelan el aire, respiro,
entran de nuevo en mí
y se colocan cada una
en su sitio, obedientes.
Por última vez, harto,
su ignorancia me aplastaba,
sus checks azules sin respuesta,
sus palabras vacías, sin sustancia,
su deseo falso de encontrarnos,
su querer confundirme, aún
sin intención pero lo hacía.
Exploté, a pedazos, ya no existe,
solo en el dibujo del recuerdo
—si el recuerdo acude.
A pedazos —decía— saltó de mí
esa esperanza engañosa de amistad,
ese autoengaño, ese rosado cerebro
que aún siendo mío se convierte
en mi peor enemigo, ese, el iluso,
el de las quimeras, el que por no gastar
energía se demora en lo que solía
por muy perjudicial que para mí fuera
—a él le importan tres pitos qué siento,
qué me apetece, solo piensa en gastar
lo menos posible—, sí, mi peor enemigo.
Ayer exploté, borré todas sus huellas,
no tuve otra salida, no era capaz de dejarla,
de no mandarle más mensajes a aquellas
horas en que apetece una caricia, un te quiero.
Necesito pasar página, que vengan otros quizás,
otros fracasos, que el tiempo no se estanque
porque el tiempo, si no anda, no es tiempo,
el querer deshacerme de una cadena, grillete
que me impide el paso —he nacido para andar...
No tuve más remedio que borrarle para no caer,
ya caí demasiadas veces en su red y el socavón
se va haciendo cada vez más profundo, hondo,
tanta caída en el mismo sitio, de querer hablar
y ella no aunque respondía amable, suelta, y decía
sí a vernos cuando sabía que no —porque le faltan
los motivos, como dijo, al contrario, Sabina
en una de sus geniales canciones.
Apuesto por seguir mi camino, aunque sea
de espinas —agua pasada no mueve molino.