Quien aloja de témpano, de frío
en su nido un suspiro en soledad,
la intensa nieve en la tempestad
de los cuerpos siembra el desvarío.
El paisaje de gélido atavío
pretendiendo cubrirnos de frialdad
ha robado el calor, y sin piedad,
con furibundo rayo, y con hastío.
Pero no llega al núcleo de uno
la quietud decisiva de nevera.
Esta nostalgia espera lo oportuno
abrigando los sueños de la hoguera
de las suaves caricias que reúno,
irradiando el calor mi primavera.
©JLGalarza