Algún dorado día habré de rayar, algún día,
con la tinta mas elocuente de mis alegrías
sobre el blanco satinado de una hoja vacía,
un juego impoluto de estrofas a tu medida.
Tan sublimes versos, tendrán que contener,
fecundos, la savia intensa del árbol familiar,
que no necesita primaveras para florecer
y a las cuatro estaciones tiene por igual.
Y armonicen tus encantos en dulce nectario
las pasiones chispeantes del amor pleno.
Inventaré cada palabra si fuese necesario,
pues no he hallado aún el lenguaje que te defina
y las palabras mas bellas palidecen su sustento,
pues se funden en ti como las estrellas en el día.
Ángel Alberto Cuesta Martín.