Argumentos
Hubo una vez un pájaro inequívoco,
cantando en una rama carcomida,
no temía caer porque en sus alas
tenía el argumento de la vida.
Y las notas del canto que emitía
era sombra sombría, ensombrecida,
pero no le importaba porque el canto
daba más argumentos a su vida.
Y viajó, y viajó, viajando siempre,
sin rumbo, sin llegada ni partida,
como si ese viajar sería el único,
verdadero argumento de su vida.
Pero llegó su fin, nos toca a todos,
tragarnos, este trago, homicida,
y no hay otro argumento que nos valga
más, que el argumento de la propia vida.
Vivir para cantar, a mí me pasa
y por eso, le doy lo que me pida,
mi alegría, mis sueños, mis tristezas,
y cada gota de sangre de mi vida.