¿De que estas hecha, tú?
¡Y que importa!
Hay un rincón donde me he ido
para guardar tu nombre,
para remover la tierra y morirme un poco
junto a tu corazón ausente.
¿De que estas hecha, tú?
¡Que me importa!
Si tus senos son dulces de frutas
que caben en mi boca
y tu sexo la flor herida
en que pierdo todo mi sufrimiento.
¡Ay noche! Déjame pasar la puerta,
déjame beber el vino que me aguarda
mientras se beben mi sangre
las sanguijuelas del amor;
¡Ay luna! Deja de alumbrarme
las heridas
que se mueven como peces del dolor.