Cuando conoces a alguien
te preguntas si existe el destino,
o quizás, por decirlo bien,
que Dios está juntando dos caminos
y es posible que así sea en verdad,
porque ambos somos peregrinos,
buscando como meta la eternidad
donde no existen seres mezquinos.
Así, aquí, juntos, aliviamos nuestra carga
al compartir un momento de sonrisas
(para combatir con las penas amargas,
para unirnos en sinceras miradas)
mientras seguimos preguntándonos
si ha sido el camino o el destino,
y la respuesta está allí, en un atisbo,
pues es Dios el que acercarnos quiso.