Tener y no tener, un juego de contradicciones,
una dualidad que marca nuestras elecciones.
Tener riquezas materiales, pero vacío el corazón,
o no tener mucho, pero encontrar la plenitud en la pasión.
Tener el mundo a nuestros pies, pero perder la humildad,
o no tener renombre, pero cultivar la autenticidad.
Tener poder y dominio, pero perder la esencia,
o no tener influencia, pero vivir con coherencia.
Tener amores efímeros, pero carecer de amor verdadero,
o no tener compañía, pero encontrar paz en lo sincero.
Tener posesiones materiales, pero carecer de gratitud,
o no tener abundancia, pero disfrutar de cada satisfacción.
Tener expectativas altas, pero sufrir constantes decepciones,
o no tener expectativas, pero gozar de pequeñas emociones.
Tener preocupaciones y responsabilidades, una carga pesada,
o no tenerlas, pero también una vida limitada.
En el vaivén de tener y no tener, encontramos nuestro equilibrio,
aprendemos a valorar lo que es esencial y necesario.
Es en el balance de ambas polaridades donde hallamos la armonía,
donde comprendemos que la verdadera riqueza es la alegría.
Tener y no tener, una danza constante en nuestra existencia,
nos invita a reflexionar y buscar nuestra esencia.
Al final, lo que realmente importa no es lo que tengamos,
sino cómo vivimos, amamos y nos entregamos.