Owen Reyes

Pequeña sonata a José de la Cruz Mena

I mov.

Paseando entre estas bulliciosas calles,

mis cansancios se hunde en los espacios,

entre cada piedra de este camino antiguo, 

donde en algún apresurado siglo caminaste vos.

Estas callejuelas te vieron,

mientras caminabas despacio, silbando un vals.

Y la noche como buena amiga

se hacía pentagrama 

y tejía tus notas con estrellas.

Así brillaban a media voz.

 

II mov.

Este León que lamentó tus ruinas,

tu León, ahora está vencido, y guardó tu canto,

en la pared blanquecina, junto al altar mayor.

Y ha olvidado que allí lo ha puesto, 

ha olvidado quién sos.

Así como se olvidan los hombres 

cuando parece que están más alto. 

No vale más el nombre de un teatro

cuando su dueño, desapareció.

 

III mov.

Ya ha pasado el tiempo…

un siglo pasa muy de largo, huye.

En esta patria que te parió,

nadie te llora, nadie recuerda

al divino leproso que en su ternura

los abismos más profundos con el cielo comulga.

Con esa incurable tristeza que un día

ciñó de espantos tu cornetín

con el que todas las mañanas anunciabas la victoria.

El río Chiquito recibió tus lágrimas

en el pequeño torrente de armonía.

Un silencio, un pianissimo, un crescendo

y un fortíssimo de escasos amores.

Que entre corcheas, blancas y redondas floreció

Ahora, ven a bailar valses,

Viena se acabó, Viena es fatua música

y vos, un ruiseñor.

eres, Mena, 

una página más de nuestra historia

llena de glorias, que en el baúl del olvido 

hemos dejado.