Yace un paisaje yermo
en tu cuerpo de amapola.
Donde antes crecieron buganvillas,
hoy se estremecen cenizas al viento.
Latitudes insondables, vuelcan
sus puros anhelos, y en la distancia
se escuchan murmullos y laceraciones
de muerto. Inclementes
crecen los áridos espejos, donde
se reflejan tímpanos y diapasones,
ocultos pájaros yertos. Sobre el hielo,
a una flor le cortan los dedos.
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