dei respetar a la roca que se queda en su guarida
no es como quemar el bote zarpando en su huída se refugia en el mar
ya todo yace más moíno, mas yertos más mezquinos, en la red que es otra cosa...
por donde la mente viaja...he entrado a la cueva, oscura tierra y olor a humedad...
como si tras de esa tinebla hubieran manantiales de agua dulce, anidando mineral...yeso, clenzo, raíz y cal...piedrecilla sempiterna como conchita de mar...y otra vez me sumergí, en el retorno sin sal, sin viento, sin nube, en un agudo oleaje que brilla sin espumar...deslumbra al humo de la hoguera, consientre al heno, al animal...impacta incluso al hierro tendido sin martillar...en las amarillas tierras sin regar...
¡cúantas frutas puedo cambiar por este ramo de azafrán!
tal vez mueran en mi mente...donde siempre debieron estar...bebiendo hojas sin ojos...ahumando mariscos pasar, entre las ovejas y los grillos...escuchando pernoctar a la ciudad.