Busca, al fin, la densa oscuridad.
Encuentra su penumbra inquieta.
Resuelve matemáticamente, la ecuación
de la vida, y entre paréntesis, busca:
entre libros perdidos, entre diccionarios
apócrifos, un lenguaje que no esté lleno
de inmundicia y dolor, que no rabie o estalle.
Busca sí, hermano, la aceleración de los vértices
cerca de las explanadas inventadas. Para luego
depositar la llave de un cuerpo junto su alma.
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